Astrobiologí­a

El término vida extraterrestre se refiere a las hipotéticas formas de vida que pueden haberse originado, existido o todavía existir en otros lugares del universo, fuera del planeta Tierra. Actualmente no existe evidencia alguna que pruebe o desmienta su existencia.

El término vida extraterrestre se refiere a las hipotéticas formas de vida que pueden haberse originado, existido o todavía existir en otros lugares del universo, fuera del planeta Tierra. Actualmente no existe evidencia alguna que pruebe o desmienta su existencia.

Debido a tal falta de pruebas a favor o en contra, cualquier enfoque científico del tema toma siempre la forma de conjeturas y estimaciones. Aunque cabe notar que el tema posee también una gran cantidad de teorías informales y paracientíficas, que exceden con facilidad los criterios de cualquier epistemología científica, por ejemplo, haciendo afirmaciones infalsificables siguiendo el criterio de Popper, y son por tanto consideradas pseudociencias.

La idea de la existencia de seres inteligentes originarios de otros mundos fuera de la Tierra es casi tres veces milenaria. Existen nociones de tal concepto en la religión y mitología del Antiguo Egipto, Babilonia y Sumeria. Aunque en tales culturas, sería difícil obtener una separación clara entre la idea de extraterrestre y la noción religiosa de dioses, espíritus o demonios habitando «otro mundo». Los primeros pensadores de la Cultura Occidental en argumentar sobre la existencia de otros mundos equivalentes al nuestro en naturaleza, y sistematizar la idea de un universo lleno de otros mundos habitados, fueron los griegos Tales de Mileto y Anaximandro en el 7o y 6o siglo adC. Los atomistas incluyendo a Demócrito retomaron dicha idea, ya que la consideraban un resultado inevitable de sus ideas, pues argüían que un universo infinito (como afirmaban era el mundo) debería contener forzozamente infinitos otros mundos como el que conocemos. Sin embargo y por regla general, tales ideas eran refutadas por la cosmología aceptada como válida en dicha época: el geocentrismo ptolemaico, que privilegiaba a la Tierra sobre todos los astros. El mismo Aristóteles (fuente del geocentrismo ptolemaico) negaba la teoría de la pluralidad de los mundos.

La noción extraterrestre está también presente en el judaísmo, pues el Talmud afirma que existen al menos otros 18000 mundos, pero sin elaborar sobre su naturaleza y sin definir si son físicos o espirituales. Basándose en esto, textos eruditos como el «Sefer HaB’rit» establecen la posibilidad de mundos materiales habitados, pero no por humanos sino por seres carentes de libre albedrío.

En el Islam, hay un pasaje del Corán que alaba a Allah y lo proclama «Señor de todos los mundos», implicando la posibilidad de múltiples mundos habitados.

Cuando la Cristiandad se extendió en Europa, el sistema geocéntrico de Ptolomeo se convirtió en la cosmología aceptada en todos los reinos cristianos. Aunque la iglesia rara vez se pronunciaba sobre el tema, la noción de otros mundos habitados era por lo general considerada como aberrante o herética, pues entraba en contradicción con la cosmología comúnmente aceptada. Salvo algunas excepciones, el tema fue escasamente discutido durante la Edad Media.

Dicha situación cambió con la invención del telescopio y el advenimiento del modelo heliocéntrico de Nicolás Copérnico. Aunque las ideas sobre extraterrestres siguieron siendo consideradas heréticas incluso tiempo después de dichos eventos. El más conocido de los pensadores en defender de nuevo las tesis de pluralismo cósmico, es precisamente Giordano Bruno, quién en el siglo XVI afirmó que el universo era infinito y que las estrellas eran análogas al Sol, y que eran el centro de otros sistemas solares, que imaginaba también habitados. Afirmar dichas ideas le llevó a la muerte en la hoguera.

Enfoques científicos sobre la vida extraterrestre

Debido a que es un fenómeno que permanece fuera de los alcances de la ciencia (al no disponerse de ejemplos o refutaciones), no existe una disciplina «formal» que estudie la vida extraterrestre per se, ni ninguna currícula académica que forme expertos en ello. Aquellos que se han aproximado al tema de manera científica, son por lo general expertos en áreas diversas, que por interés meramente personal han elaborado hipótesis sobre las posibilidades de vida en otros mundos, y han compartido sus puntos de vista a través algún medio. Pese a ello, una cantidad impresionante de trabajos y publicaciones serias sobre el tema han aparecido, de modo que puede hablarse de una cuasi-ciencia dedicada a estudiar un fenómeno carente de evidencia alguna, así como de refutaciones. La proto-ciencia que estudia la vida extraterrestre se llama exobiología o astrobiología.

La Astrobiología, Exobiología o Xenobiología es la ciencia y filosofía que estudia la vida desde un punto de vista cosmológico, es decir, atendiendo no sólo a los ejemplares de la Tierra, si no a los que pudiesen existir fuera de ésta.

El campo de estudio de la astrobiología es amplio y dinámico, se dedica principalmente a investigar el origen de la vida, su distribución y su evolución presente y futura. Si bien su estudio es universal, a la fecha no se cuenta con muestras confirmadas de alguna forma de vida generadas en fuera de la Tierra.

La disciplina de la astrobiología empieza a dejar de competerle únicamente a la ciencia ficción. Diferentes instituciones científicas y educativas en todo el mundo se dedican seriamente a la búsqueda de otros mundos (por ejemplo: California & Carnegie Planet Search o The Geneva Extrasolar Planet Search Programmes). Para julio de 2007 existían más de 230 (su número aumenta mes con mes) exoplanetas descubiertos, sin embargo, ninguno de ellos es como la Tierra. Instituciones como el Centro de AstroBiología (CAB) y el Instituto de Astrobiología de la NASA (NAI por sus siglas en inglés) empiezan a reforzar los pilares para detectar y entender la vida más allá de la Tierra.

La pregunta de si la vida existe o no en alguna parte del universo además de la Tierra, es una hipótesis verificable y, por lo tanto, es una línea viable para la investigación científica. La Astrobiología no pretende ser una disciplina científica pura, como lo es la Física o la Biología, sino que representa un esfuerzo por parte de investigadores de distintas disciplinas para intentar responder preguntas sobre la vida basándose en el conocimiento de distintos campos científicos. Es una disciplina científica que intenta abarcar las más perspectivas posibles.

Como sólo tenemos un ejemplo de vida (aquí en la Tierra), la mayor parte del trabajo se basa en simulaciones y predicciones de las leyes fundamentales de la física y bioquímica o el conocimiento actual de la Biología.

Un caso concreto de investigación astrobiológica actual es la búsqueda de vida en Marte. Existe una creciente cantidad de pruebas que sugieren que Marte tuvo antiguamente una importante cantidad de agua líquida en su superficie; el agua es considerada un precursor esencial al desarrollo de vida, pero esto todavía no ha podido ser probado.

Misiones específicamente diseñadas para la búsqueda de vida en otros planetas son, por ejemplo, las del programa Viking, o las sondas Beagle 2, ambas dirigidas a Marte. Los resultados del Viking fueron inconcluyentes, y la Beagle 2 falló en transmitir, por lo que se presume que se estrelló. Una misión futura, con un mayor rol de la Astrobiología, será el Jupiter Icy Moons Orbiter, u “orbitador de las lunas heladas jupiterinas”, designado para estudiar las lunas congeladas del planeta en algunas de las cuales, se presume, podría existir agua líquida.

Preguntas y argumentos

Hay muchas preguntas acerca de cómo debe ser la vida extraterrestre, incluyendo las siguientes:

* ¿Podrían no estar basadas en el carbono? Por ejemplo, estar basadas en el silicio.
* ¿Cuál es la probabilidad de que la vida evolucione? ¿Cómo difieren dependiendo del tipo de vida (unicelular, multicelular, inteligente, tecnológicamente avanzada)?.
* ¿Qué condiciones requiere la evolución de la vida?.

Los detractores de la posibilidad de la existencia de vida extraterrestre indican que no es lógico hipotetizar sobre hechos no conocidos o probados; tales como formas de vida que no se basen en el carbono, ecosistemas avanzados que no sean ricos en oxígeno, ni planetas con biosfera significativamente similar de la propia Tierra en términos astronómicos (temperatura media, tipo de estrella de la cual dependen, etc.).

Principio de mediocridad

Debido a que el único ejemplo de vida en el universo que conocemos, es la vida en el planeta Tierra, los que se interesan en el tema siguiendo un enfoque racional, suelen seguir el principio científico de mediocridad, al afirmar que la vida en el planeta Tierra no es un caso especial, y por lo tanto la vida como la conocemos puede ser considerada un ejemplo típico de lo que la vida sería en todas partes. Esta presunción es relevante, pues determina fuertemente las acciones que emprenden los que buscan probar científicamente la existencia de la vida fuera de la Tierra. Dicho principio de mediocridad, pese a su estatuto de conjetura, permite incluso hacer algunas predicciones sobre los posibles atributos de la vida extraterrestre. En particular, se admite que existen atributos universales de la vida, por ejemplo, se acepta que la evolución darwiniana es universalmente válida, y que toda potencial criatura viviente debería sus características a un proceso de selección natural, tanto en la Tierra como en cualquier lugar del universo.

Existen otros atributos o características cuasi-universales en las especies que, al repetirse una y otra vez pero de diferentes formas en diferentes especies en la biosfera terrestre debido a la evolución convergente, se consideran como altamente probables en una hipotética biósfera alienígena. Cosas como la aparición de los sentidos, las extremidades adaptadas para diferentes medios, y muy probablemente la fotosíntesis cuando hablamos del reino Vegetal.

En este sentido, existe una gran multitud de formas para hipotetizar como sería la vida estaterrestre. Existen otros atributos más particulares que muchas veces se dan por sentados, pero que según los expertos no lo serían, ya que no responden a una necesidad evolutiva mejor que otros y no se dan en todas las especies presentes en un mismo hábitat; por lo cual estos pueden variar o no existir. Órganos como la mano humana, o la posición de ojos, nariz y boca similar a la humana. También hay otros atributos, entre ellos por ejemplo el caso del esqueleto, que aunque se considera como una necesidad para criaturas de cierta talla, este podría ser muy diferente a lo que conocemos; así por ejemplo la columna vertebral, sería una invención terrestre, ya que no se presenta en todos los organismos del planeta tierra.

Los detractores a esta hipótesis indican que para que exista evolución convergente, debe existir condiciones de medio ambiente muy similares entre otros factores, en que es muy difícil por probabilidad que ocurran; ya que no se conoce que existan planetas con biosfera significativamente similar de la propia Tierra en términos astronómicos (temperatura media, tipo de estrella de la cual dependen, etc.).

En contraposición al principio de mediocridad, existen los que afirman que la vida en la Tierra no es un caso mediocre, y que las condiciones necesarias para su aparición son tan únicas y particulares, que bien puede ser posible que existan muy pocas, o incluso solo un planeta con vida en el universo: la Tierra.

Los ponentes de esta hipótesis notan que la vida en la Tierra, y en particular la vida humana, parece depender de una larga, y extremadamente afortunada cadena de eventos y circunstancias, que bien podrían ser irrepetibles incluso en la escala cósmica. Por ejemplo, se menciona con regularidad que sin una Luna tan grande como la que tiene la Tierra, el planeta tendería a presentar una precesión mucho más importante, cambiando drásticamente de inclinación en su rotación, afectando de manera caótica el clima y muy posiblemente, imposibilitando la vida como la conocemos.

Se mencionan también otras aparentes casualidades afortunadas, como el hecho de que el Sol está en un lugar de la Vía Láctea que es relativamente libre de supernovas, en contraposición al centro galáctico. O que el Sol es del tamaño justo para dar energía suficiente, y durar lo suficiente, como para que la vida haya aparecido.

Otra positiva casualidad para la vida en la Tierra es la existencia de un planeta del tamaño de Júpiter, como apuntan los autores del libro Rare Earth, en una órbita estable, casi circular, y a la distancia suficiente de la Tierra para atrapar numerosos cometas y asteroides que, de otro modo, terminarían impactando con el planeta arruinando todo tipo de vida incipiente. Esas entre muchas otras casualidades que separadamente pueden parecer triviales, pero que juntas convierten a la Tierra en un lugar cósmicamente especial.

Sin embargo desde fines del siglo XX, producto de nuevos descubrimientos, tales como la existencia de moléculas orgánicas en el espacio, y el demostrado hecho que los planetas extrasolares son relativamente comunes, algunos entre los cuales (todavía por descubrir) podrían presentar condiciones factibles para la vida; han hecho esta hipótesis ya no sea compartida por buena parte de la comunidad científica.

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